Acta de Reconocimiento especial 2020

La Asociación Cultural Carmen Merchán Cornello/Cazalla de la Sierra, decidió en su junta de 2012 promover,  conjuntamente con el premio de poesía Carmen Merchán y para ser entregado en el mismo acto que éste, un  Reconocimiento especial para aquella o aquellas personas, asociaciones, instituciones, empresas, etc., que hayan  desarrollado o estén desarrollando una labor especial en beneficio de los cazalleros o de Cazalla.

En esta octava convocatoria el jurado que ha decidido a quien debemos de otorgar este Reconocimiento ha estado  constituido, al igual que en las anteriores, por D. Ángel Martínez Rus, D. Indalecio Martín Barrero y por Jacoba Merino  Merchán (sin voto), y ellos han fallado a favor de Mercedes Ayllón López, con el siguiente razonamiento que la  Asociación hace suyo y suscribe:

Este año el Reconocimiento Especial recae en Mercedes Ayllón López, enfermera de profesión y Directora de la  Unidad de Gestión Clínica de Cazalla Guadalcanal Alanís.Ha sido la elegida por los méritos contraídos durante  muchos años, aunque en principio advertimos, que al ser personal sanitario, la elección pudiera parecer oportunista en  el contexto de aplausos a sanitarios y declaraciones de heroísmo de los mismos durante la pandemia. Este hecho  hizo que incluso planteáramos descartar la candidatura.

Sin embargo un mensaje de voz de Jacoba nos devolvió la  sensatez y volvimos al inicio. ¿Por qué no iba a ser un valor añadido y por lo tanto reconocido, su excepcional trabajo  durante la crisis sanitaria que aun padecemos?

Mercedes no es de Cazalla, es de Jédula, pueblo de la provincia de Cádiz situado entre Arcos de
la Frontera y Jerez.

Mercedes no vive en Cazalla, vive en Guadalcanal, donde se estableció con Juan Luis, su marido, su Juanlu, y trajeron al  mundo a sus dos hijos, Julia y Javi, con los que a pesar de su edad sigue ejerciendo su papel de madre protectora.

Pero su lugar de trabajo desde hace más de 20 años es el Centro de Salud de Cazalla, donde ejerce como Directora de  la UGC, actividad laboral que le hace permanecer durante muchas horas aquí, en presencia física que se deja notar, y  otras muchas más mentalmente desde su casa dándole vueltas a cuestiones relacionadas con el trabajo.

Incluso en sus propias vacaciones aparece alguna vez por el Centro para sorpresa del personal.

Es enfermera comunitaria y comenzó trabajando como tal en tareas asistenciales, y durante años desarrolló su labor,  sobretodo en el medio rural, hecho que le proporcionó un bagaje de gran valor y que posteriormente le fue de gran  utilidad en las tareas de gestión que le fueron encomendadas.

Tras su rostro angelical se esconde una mujer fuerte, a veces dura, decidida, tenaz, constante, trabajadora; pero al  mismo tiempo nos podemos encontrar a la Mercedes emotiva, con lágrima fácil, pero escondida, y aunque no lo  parezca capaza de derrumbarse pero con una gran capacidad para volver a activarse y saltar como un resorte para seguir con su tarea.

Dirige y lidera con un modelo de gestión peculiar, diferente, por supuesto respetando la
legalidad vigente, pero aportándole un toque personal, añadiéndole al rigor propio del cargo,
usos y maneras que proceden de su propia personalidad así como de su experiencia previa
como enfermera de pueblo y no como profesional estricto de la gestión sanitaria de mesa de
despacho.

Es legendaria su búsqueda de médicos para poder atender a la población, en tiempos de carencias de estos  profesionales, para poder mantener todos los servicios que se ofrecen (planificación familiar, cirugía menor, pediatría, programas de diagnóstico precoz, consultas de tarde, etc.) además de la asistencia propia de la atención primaria. Y mucho más, encontrar médicos que quieran venir a trabajar y vivir a zonas rurales. Ella los encuentra y los convence.

Destaca en ella su compromiso social y su firme defensa del sistema sanitario público, sobre todo en momentos en los que ha estado en riesgo su sostenibilidad y viabilidad tal como lo conocemos a día de hoy.

Admirable resulta su relación con el personal que forma parte del equipo, tan diverso, con el que intenta siempre el consenso, el convencimiento, favoreciendo en la medida de lo posible la conciliación familiar y todos los aspectos que rodean a las relaciones laborales, para una convivencia agradable y un trabajo en equipo eficaz.

Después de tantos años, podríamos relatar aquí numerosos asuntos, que gestionados por ella han llegado a buen fin, algunos de más envergadura que otros, episodios sucedidos, anécdotas, llantos, sofocones varios que incluso han atentado contra su salud, y se nos haría muy largo y prolijo.

No sabemos si por estos lares existirá alguna persona que haya aportado tanto a una comunidad durante tanto tiempo, como ha aportado Mercedes.

En síntesis, podríamos decir que su gran mérito ha sido y es, contribuir decisivamente a la protección y promoción de un BIEN, el más preciado, el máximo, como es la SALUD.

Convendría aclarar que la salud no es un derecho, es un BIEN, que viene determinado por la genética, los hábitos de vida, los factores ambientales, factores sociales como la pobreza y en menor medida por el Sistema Sanitario.

La Constitución de 1978 reconoce en su artículo 43 el derecho a la protección de la salud, encomendando a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas, por un lado, y de las prestaciones o servicios necesarios, por otro.

Es ese derecho de los ciudadanos a la protección de su salud lo que mueve siempre el proceder de Mercedes, por encima de cualquier otra circunstancia.

Dedica a ello mucho trabajo, en cantidad y calidad, empeño, dedicación, esfuerzo personal, renuncias personales y familiares, anhelos. En ocasiones es obstinada, hasta la pesadez, con tal de conseguir su propósito, que casi siempre consigue y cuando los demás estamos cansados y aburridos, ella sigue y sigue.

Como colofón a toda esta labor, llega la crisis sanitaria originada por la pandemia que ha provocado el SARS-COV-2, que persiste a día de hoy y que seguirá algún tiempo con nosotros.

Es cierto que esta zona no se ha visto especialmente castigada por la enfermedad, como también es cierto que en las primeras semanas, cuando veíamos que no se trataba de una

simple gripe, sino que enfermaban de gravedad y morían no sólo personas mayores y con problemas de salud previos sino también jóvenes o adultos previamente sanos.

Se instaló entre nosotros el miedo. Miedo a algo nuevo, desconocido. Miedo a morir, a perder el empleo, a la ruina económica, a perder a seres queridos. Todo ello dio lugar a la incertidumbre, y la incertidumbre sabemos que genera mucha angustia.

La población buscaba respuestas en el personal sanitario, que era incapaz de proporcionarlas, porque además también sentía ese miedo, por ellos mismos y por sus familiares y convivientes.

La gestión de ese miedo y de esa incertidumbre también recayó en su persona, además de seguir prestando la atención sanitaria a la población y de organizar la adaptación de los centros de salud y de la forma de trabajar a las nuevas circunstancias, en ocasiones anticipándose con sus decisiones a las directrices que iban llegando desde instancias superiores y que a veces nos parecían descabelladas o simplemente carentes de sentido.

A su preocupación habitual por los ciudadanos, por contener la propagación del virus en la comunidad, por organizar el aislamiento y posterior seguimiento a diario de los casos posibles sin la posibilidad de realizarles las pruebas (incertidumbre), se unió la obsesión por proteger a los profesionales que trabajan en nuestros centros.

En esas primeras semanas, los medios de protección eran escasos, pocas mascarillas, poca solución alcohólica, los famosos EPIs llegaban a cuentagotas, las pantallas y gafas se limpiaban, se desinfectaban y se volvían a utilizar.

Pero volvamos a su modelo de gestión un tanto sui géneris.

Ella lo guarda todo.

Aún mantenía en el almacén (su despacho) los EPIs que le enviaron durante la crisis del virus Ébola y que fue lo primero que se empezó a utilizar.

Indagó hasta conocer que otra institución pública con sede en Cazalla disponía de EPIs de calidad en forma de monos que no usaban en ese momento. Contactó con un responsable de dicha institución que le proporcionó una importante cantidad de estos recursos y con ello palió de alguna manera la escasez de aquellos medios de protección tan valiosos.

Terminar diciendo que su trabajo silencioso, discreto, durante la pandemia ha sido y sigue siendo digno de elogio y admiración, así como poco conocido por la población que ella tan eficazmente protege.

Probablemente, y debido a dos rasgos destacados de su personalidad como son la discreción y la humildad, ella intente repartir méritos y parabienes con los profesionales que dirige y a los que ha sacado lo mejor. Pero durante todos estos años y por supuesto en la crisis sanitaria reciente, su labor ha estado por encima de todos.

Es por todo ello que entendemos que reúne méritos más que sobrados para recibir el Reconocimiento Especial que hoy se entrega.

 

Por dichos méritos esta Asociación se suma a las apreciaciones del Jurado y otorgará dicho Reconocimiento, con diploma y regalo (fabricado ex profeso) en la noche del martes 12 de agosto de 2020, en el mismo acto de entrega del Premio de poesía Carmen Merchán Cornello/Cazalla de la Sierra. Acto al que están invitados todos los cazalleros.